Costa norte alemana, un territorio, mil atractivos

Antiguas ciudades de la Liga Hanseática, paseos interminables en bici por paisajes costeros, kilómetros de senderos, el relax de antiguas localidades termales y una gastronomía vinculada al mar.

Es la Costa Norte Alemana, el lugar que visitamos hoy en Descubriendo Destinos y, para conocerlo, nos acompaña Ulrike Bohnet, la directora para España y Portugal de la Oficina Nacional Alemana de Turismo.

Lo primero, ubicarnos. La Costa Norte de Alemania, la parte más septentrional del país, abarca tres estados federados y dos ciudades estado: Baja Sajonia, Mecklemburgo Pomerania Occidental, Schleswig-Holstein, Bremen y Hamburgo. En todo su territorio, reúne una gran oferta turística que parece ideada para enamorar a quien la visita: naturaleza, cultura, historia, bienestar, gastronomía y senderos tanto para ciclistas como para caminantes.

Paisajes marítimos, pueblos pesqueros

En este conjunto, sobresalen los paisajes costeros: 1.500 kilómetros de litoral, repartidos entre dos mares, el Norte al oeste y el Báltico al este y donde se suceden playas, calas, acantilados, más de 300 islas… creando un entorno variado de gran belleza.

Además, en las zonas intermareales, destacan unas marismas de grandes dimensiones que hacen las delicias de los amantes de la naturaleza y que han sido reconocidas por la UNESCO por su biodiversidad. Con la marea baja, es momento de observar la riqueza de este ecosistema, pasear a caballo por determinadas zonas, practicar senderismo y observar las aves que habitan este territorio.

Sin embargo, en la Costa Norte Alemania, no todos los paisajes están vinculados al mar. También destaca la belleza interior de determinados enclaves como las montañas de Harz, las landas y sus paisajes ondulados o los brezales de Luneburgo. “Esa planta que es el brezal, está en verano de color violeta y se puede hacer senderismo y también andar en bicicleta. En Alemania tenemos muchos senderos para andar en bicicleta” comenta Bohnet.

Y es que, en semejante entorno, las posibilidades de turismo activo se multiplican. Existen rutas senderistas como el E9 de la Costa Báltica o la Ruta de las ovejas de las landas, aunque, sobre todo, destacan los carriles ciclistas, algunos transfronterizos que se adentran en Dinamarca o Polonia. Entre ellos, Bohnet destaca el Carril para bicicletas de las costas del mar Báltico. “Hay una ruta en bicicleta que recorre toda la costa este o báltica con el que también se puede llegar hasta Polonia. Es llano, pero el viento a veces acompaña. O no”. En el camino por esta ruta ciclista del Báltico, encontramos una gran variedad de paisajes y poblaciones. “Pequeños pueblos pesqueros, también dominan las plantas autóctonas, hay un arbusto que es el limón del norte que colorea todo en amarillo, […] hay acantilados de roca cretácea que inspiraron a pintores […]. Son paisajes muy remotos, intactos”.

Pasado y presente en las antiguas ciudades de la Liga Hanseática

En medio de estos paisajes, emergen algunas poblaciones muy diferentes entre sí: pequeños pueblos ligados al mar, coquetas ciudades balneario en el Báltico, grandes urbes convertidas hoy en día en motores de la economía alemana y algunas de las localidades que pertenecieron, hace siglos, a la Liga Hanseática.

Esta organización comercial con origen en la Edad Media trajo mucha riqueza a las poblaciones que formaban parte de ella, ubicadas sobre todo junto al mar o en puertos fluviales de interior. Su legado histórico, cultural y, en algunos casos, patrimonial, permanece en ciudades del norte de Alemania como Wismar, Lübeck, Bremen o Hamburgo.

Hamburgo, la segunda localidad más poblada del país, es una ciudad-Estado totalmente vinculada al agua: está situada entre dos ríos, el Elba y el Alster, cuenta con una red de canales que tuvo una gran importancia comercial en la Edad Media y posee el puerto más importante de Alemania. Precisamente en su puerto, se hallan los almacenes de Speicherstadt, un conjunto levantado entre finales del siglo XIX y principios del XX, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A poca distancia, y muestra de los cambios que ha experimentado la ciudad en los últimos tiempos, se encuentra el moderno auditorio Elbphilharmonie.

Otra de las poblaciones imprescindible al norte de Alemania es Bremen, una ciudad de cuento por la historia de los hermanos Grimm y por su centro medieval. “Tiene un casco viejo muy bien conservado, muy auténtico y una vida de ocio muy particular”, cuenta Ulrike Bohnet y, añade, es una ciudad perfecta para disfrutar del carácter alegre del norte de Alemania. “En el norte de Alemania saben vivir la vida, son muy abiertos, muy sociables. La vida es muy alegre […] tanto en Bremen, en Hamburgo, como en Lübeck”.

Y si el viaje dura más días, es posible visitar otras de las “perlas del norte” como la coqueta Lübeck, la ciudad medieval por excelencia de Alemania o el casco histórico de Wismar. Ambas están reconocidas por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.

Un país para degustar despacio

En cualquier viaje es posible elegir qué ciudades visitar, optar por un tipo de turismo más relajado o más activo, decantarse por unas actividades u otras…, pero hay algo que no es opcional: en toda escapada, el viajero necesita comer. Por ese motivo, la gastronomía es una parte ineludible de los viajes y Alemania, el destino ideal para disfrutar en la mesa.

Y es que Alemania es mucho más que cerveza, codillo y salchichas. En todo el territorio existen más de 300 restaurantes con estrella Michelin, muchos de ellos con las deseadas tres estrellas, aunque en cualquier lugar es posible disfrutar del saber hacer de los chefs alemanes, de la calidad de los ingredientes locales y del sabor de las recetas de siempre, muy vinculadas al territorio; como cuenta Bohnet, “la gastronomía y los productos autóctonos de cada región crean platos diferentes”.

Uno de los platos que se puede encontrar en gran parte del país es el espárrago, el spargelzeit, en concreto el espárrago blanco, producto estrella de la gastronomía alemana. Un manjar que se preparara de cientos de maneras diferentes (sopas, ensaladas, acompañados con salsas, etc.) y que sirven en temporada, prácticamente, todos los restaurantes.

Los productos ecológicos, el concepto slow food, las elaboraciones artesanales de productos aparentemente sencillos como el pan son algunos de los fuertes de la gastronomía alemana. También algunas bebidas, como la cerveza o el vino (en especial el vino blanco) son parte de la identidad del país. En torno a la viticultura se desarrollan varios productos turísticos y actividades enoturísticas como las visitas a bodegas o rutas temáticas guiadas.

Si te interesa Alemania como destino turístico, no te pierdas nuestro reportaje sobre la gastronomía alemana No solo de salchichas viven los alemanes#EnjoyGermanFood.

Más información de la Costa Norte Alemana y del destino en http://www.germany.travel/es/index.html

Para cualquier duda o sugerencia ponte en contacto con nosotros.